El 4 de agosto de 1981 el Consejo Superior Universitario Centroamericano CSUCA emitió un pronunciamiento como declaración conjunta que reflejaba el pensamiento político de los representantes de la educación superior centroamericana, pero que a la vez se convertía en una declaración antagónica, colectiva y personal frente a los intereses de la política pro-imperialista y guerrerista que acosaba al área Centroamericana durante la década de 1980, denominada en Honduras ladécada perdida. El documento fue firmado en la ciudad de Tegucigalpa en el marco de la Décimo Tercera Reunión Ordinaria. La declaración fue suscrita por los Rectores/as y Secretarios Generales de las Federaciones del área centroamericana; por Honduras firmaron Juan Almendares Bonilla/Rector y Eduardo Becerra Lanza/Secretario de la FEHU.
El documento hacía ver el repudio a las constantes agresiones y acciones de fuerza extranjera que impedían –y que hoy continúan impidiendo- la liberación de los pueblos centroamericanos y la desestabilización de los gobiernos progresistas de la región. El repudio a la carrera armamentista que imponía el enfrentamiento entre centroamericanos, además de implantar el terror desmeritando la paz y la tranquilidad en el Istmo. Asimismo impulsar un Programa que lograra el objetivo de establecer y reconocer a la región centroamericana como una ZONA DE PAZ. Reconocer el derecho que tienen los pueblos a determinar su propio destino y respetar su soberanía. Entre estos cuatro apartados se propusieron alrededor de 9 puntos, uno de los cuales era apoyar la iniciativa de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) de realizar un encuentro internacional con el propósito de lograr el pronto establecimiento de la región centroamericana como ZONA DE PAZ y que sirviera de ejemplo a otras regiones del mundo, incidiendo en el compromiso que como seres humanos tenemos de buscar día a día la no destrucción de la humanidad.
Esta declaración y las actuaciones de los frentes estudiantiles dentro del Alma Mater, como la del Frente de Reforma Universitaria (FRU), principal fuerza estudiantil dentro de la UNAH en esa década, el cual fue fundado en 1959 con el objetivo de hacerle frente patrióticamente a los desafueros de los partidos tradicionales, liberal y nacional, que a base de fraudes y matanzas se turnaban el poder del Estado, el FRU fue concebido como un frente amplio de fuerzas revolucionarias con posiciones nacionalistas, que a la altura de la década de 1980 era conocido a nivel nacional no sólo por defender los derechos de los estudiantes a nivel universitario y medio, sino por defender los derechos del mismo pueblo hondureño principalmente de aquellos sectores más desposeídos, confirmaron que la UNAH se convirtiera en uno de los objetivos principales para sembrar el terror entre la dirigencia educativa superior que decididos y comprometidos por principios humanos, unionistas y patrióticos representaban una fuerza creciente de oposición ante la política de la Doctrina de la Seguridad Nacional que, a través de Gustavo Alvares Martínez, durante el gobierno liberal de Roberto Suazo Córdoba, quería acallar con asesinatos selectivos todo intento de oposición por la defensa de la democracia.
Eduardo, que atraía por su inteligencia de alta velocidad, sus palabras ordenadas y pensamiento fresco, innovador y subversivo, era blanco de enemigos situados en la propia Universidad Nacional. Oswaldo Ramos Soto, para entonces candidato a la Rectoría inducido por el General Gustavo Álvarez Martínez, encarnaba al prototipo Salvador de la Patria que acabaría con la amenaza comunista desde la Universidad. Odiaba a Eduardo.[2]
[1] Testimonio de un crimen histórico (memorias) Roberto Isauro Becerra Alvarado, padre de José Eduardo Becerra Lanza. S. f.
[2]Ninoska Benítez. Eduardo Becerra Lanza. http://www.cofadeh.org
[3] Comisionado Nacional de Protección de los Derechos Humanos. Los hechos hablan por sí mismos. Informe preliminar sobre los desaparecidos en Honduras 1980-1993. Edit. Guaymuras. Tegucigalpa, Honduras 1994.
[4] Testimonio de un crimen histórico (memorias) Roberto Isauro Becerra Alvarado, padre de José Eduardo Becerra Lanza.
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